(Texto del diario El País, titulado originalmente Kasparov ' versus ' Deep Blue: ¿Quién ganará la partida? escrito por Ángel Manuel Faerna, profesor de Historia del Pensamiento Filosófico y Científico en la Universidad de Castilla-La Mancha).
"Una vez un ordenador me venció jugando al ajedrez, pero no me opuso
resistencia cuando pasamos al kick boxing". Emo Phillips.
En la actualidad, el gran avance tecnológico y técnico ha creado ordenadores que pueden sobrepasar sin ninguna duda la capacidad del ser humano. Gracias a su inmenso poder de almacenaje, de información, y rápida difusión de la misma, procesar datos en pocos segundos, llevar a cabo millones de operaciones y encontrar la más adecuadas, como por ejemplo '' 200 millones de jugadas de ajedrez por segundo ''. Esto es sin duda alguna retos a los que el ser humano está obligado a enfrentarse para no verse superado por las máquinas, que abundan nuestras vidas, y de las cuales, nuestro grado de dependencia crece a pasos agigantados a medida que surgen nuevos productos más elaborados, eficientes, o incluso comerciales como los nuevos terminales móviles, que constituyen un pilar ''fundamental'' en la sociedad.
La partida de ajedrez llevada a cabo en Nueva York entre el ordenador Deep Blue y Kasparov se calificó como '' una batalla entre el representante del género humano y el representante de las máquinas '', puesto que se estaban enfrentando, unos de los ajedrecistas más laureados y un ordenador con un cerebro de 32 procesadores en paralelo, que lo lleva a ser uno de los más potentes del mundo, que fue capaz de retar y ganar al mismo Kasparov. De aquí surge la pregunta clave que entraña este enfrentamiento y si realmente el duelo fue justo, ¿Es inteligente Deep Blue?Como cita el autor del texto, se puede observar desde varias caras. El potencia tecnológico, que curiosamente es creado por el humano, puede realizar infinidad de tareas rutinarias tales que para el ser humano significaría un grandioso esfuerzo. '' La inteligencia es justamente lo opuesto a la rutina '' y en gran parte lo es, puesto que nuestro cerebro no solo está programado para vivir de manera usual y corriente sino que necesita ampliar sus fronteras, además de ''tomar decisiones creativas y generar pautas inéditas''. Por otra lado, las máquinas, debido a su gran poder de procesamiento de datos e información, pueden llevarnos al error, y no serían capaces de asignar que opciones son las mejores entre las miles posibles. ''Parece mentira que seamos capaces de lograr tanto sabiendo tan poco''.
¿Es pues, la máquina más inteligente que el ser humano?La máquinas tienen en sus manos el poder de la velocidad de respuesta de la que en muchas ocasiones carece el ser humano por lo que, aparentemente, entrañan una ''inteligencia descomunal'' ya que esa misma acción podría, el ser humano, tardar una gran cantidad de tiempo hasta encontrar el método adecuado. '' Si la metáfora era el pulso entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, ¿Cuál es la moraleja?La victoria de la máquina sería espantosa '', cita Kasparov. Realmente no se está comprobando la rivalidad entre las dos inteligencias, sino como somos superados por nuestra propia inteligencia ya que somos los creadores de esta '' inteligencia artificial''.
Por tanto, a raíz de este duelo que supuso una gran expectación, desdeña un saldo negativo puesto que no pretende dar la respuesta que antes proponíamos sino simplemente se busca individuos eficaces en la elaboración de tareas e instrucciones encomendadas como lo haría un ordenador sin dejar margen a la creatividad, el ensueño, o las metas de cada ciudadano y buscar una automatización y simplicidad del ser humano. Por lo que se pierden nuestros valores como personas y nuestro crecimiento, y no dejarnos llevar por el materiales y la miseria social que abunda nuestro sistema, como diría Chomsky: '' también parece mentira que seamos capaces de lograr tan poco sabiendo tanto''.
"Los sueños nos protegen contra la monotonía y la vulgaridad de la existencia.En ellos descansa y se recrea nuestra encadenada fantasía, mezclando sin orden ni concierto todas las imágenes de la vida e interrumpiendo con su alegre juego infantil la continua seriedad del hombre adulto. Sin nuestros sueños, envejeceríamos antes. Habremos pues de ver en ellos, ya que no un don directo de los cielos, una encantadora facultad y una amable compañía en nuestra peregrinación hacia el sepulcro".
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